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2004-07-05

Científico Acosado


Entrevista exclusiva de nuestro corresponsal con el Dr. Jonathan Kerplunk, sobre la misteriosa desaparición de un arquéologo holandés en México.

por Homero Flores

(AQUÍ_NO) Amsterdam. El Dr. Jonathan Kerplunk tiene un amplio despacho en la Facultad de Antropología de la concurrida Universiteit van Amsterdam, en la capital de Holanda. Ocupa esta oficina desde hace unos días, donde todavía existe un aura de nostalgia ya que pertenecía a Geffrey Gurdey, arqueólogo neozelandés desaparecido en Monterrey, Nuevo León, en junio de 2004.

Ahora Kerplunk tiene el puesto que desempeñaba Gurdey como director del Proyecto P, un controversial programa encabezado por varios hombres de ciencia. Entre ellos, Hebert Mulligan, Mónico Platakis, Xhevdet Vaquera, Vladimir Bajraj, Nathanael Griboul, varios de los más notables investigadores del mundo científico.

Llama la atención una foto de Eulalio González “Piporro” en la pared, detrás de su escritorio, un toque sentimental que contrasta con varios volúmenes sobre arqueología, religión y documentos científicos de diversa índole. Su semblante durante nuestra charla es austero. Eufórico mientras habla del Proyecto P y sus resultados hasta ahora; triste y decaído por el retraso que ocasionó su expulsión de México después de la desaparición de su colega.

“Era un arqueólogo brillante, no entiendo cómo pudo sucederle tal cosa”, afirma Kerplunk, de 38 años. “Todo esto me hace pensar que estábamos cerca, demasiado cerca…”

¿Cómo se encontraba el Dr. Gurdey en la víspera de su desaparición?
Optimista, muy optimista. Todavía celebrábamos el hallazgo. Era un momento relevante para el Proyecto P. Por primera vez pasábamos de la especulación a la contundencia de los hechos.

¿Algunas muestras de nerviosismo de parte de Gurdey en aquellos días?
Bueno. Usted tiene que comprender que el proyecto se topaba constantemente con resistencia por parte de grupos religiosos y del propio gobierno mexicano, que contantemente nos asediaba.

¿Cómo es eso?
Había policías todo el tiempo, vigilándonos desde puntos cercanos a la excavación. Incluso personas que no portaban uniforme pero que se identificaban como agentes federales. Es obvio que no era el ambiente propicio para realizar una investigación científica.

¿Recibieron algún tipo de acoso?
Nada más psicológico. Nos seguían por todos lados. No dábamos un paso sin notar que alguien nos perseguía. Llegamos a bromear sobre eso. Alguna vez nos detuvieron; pero no pasó a mayores.

¿Qué les dijeron esa vez?
Que investigaban un hurto, no nos dijeron de qué se trataba. Y que habían denunciado a los sospechosos como unos extranjeros.

¿Qué los hizo pensar que era parte de una trama para intimidarlos?
Bueno. Eran los mismos policías que siempre nos seguían.

También mencionó a grupos religiosos.
Me refiero a grupos vinculados con la iglesia católica. En una ocasión nos visitó un sacerdote, o al menos eso que dijo que era. Se llamaba... (revisa sus notas). Se llamaba Martín Torres. Llegó un día y nos dijo que El Vaticano estaba muy interesado en lo que nosotros hacíamos, que nos vigilaba desde muy cerca. Recuerdo que el Dr. Gurdey se mostró retador y le preguntó qué trataba de decir con eso. El padre Torres simplemente sonrío. “Nada más de lo que dije, que El Vaticano está muy interesado en los resultados de su trabajo”.

¿Lo tomaron como una amenaza?
Lo tomamos como una advertencia, no necesariamente del Vaticano. Ni siquiera sabíamos si ese hombre era en realidad un sacerdote. Sin embargo, nos quedaba claro que teníamos enemigos. Un loco solitario o un grupo organizado, eso no lo sabíamos de cierto. El Dr. Gurdey recibía llamadas telefónicas, amenazas. A veces eran tan frecuentes que parecían parte de nuestro trabajo.

Eso debió ser muy estresante para ustedes...
Mire, nosotros somos científicos y estábamos enfocados en nuestro trabajo. No podíamos perder el tiempo en especulaciones. Nos habían informado que en ese lugar del Cerro de la Silla encontraríamos pistas muy importantes sobre la divinidad de Piporro. No perdimos tiempo, y en sólo dos meses encontramos la pieza.

¿Quién les había dicho? Parece muy conveniente que alguien sepa dónde encontrarían una pieza que se supone arqueológica.
Lamentablemente, por cuestiones de seguridad, no puedo hacer públicas nuestras fuentes. Pero le aseguro que la información fue tan reveladora que decidimos trasladarnos a México para empezar la investigación.

¿Qué siente ahora que se encuentra ocupando el puesto de su jefe?
Sinceramente, lo siento demasiado grande para mí.

Eso no le pareció a quienes le solicitaron que ocupara esta posición.
Aparentemente yo era la persona idónea, tomando en cuenta el tiempo que había trabajado cercanamente con el Dr. Gurdey. Pero él era la pieza más importante de este proyecto, su fundador. Su desaparición ha sido un duro revés no sólo para el proyecto sino para la investigación científica a nivel mundial.

¿Alguna idea de quién está detrás de todo esto?
No voy a especular. Ya fui amonestado por la embajada holandesa debido a palabras que pronuncié en el aeropuerto de la ciudad de México, en un momento de dolor y desesperación cuando fui expulsado de su país.

Habló de un complot del gobierno...
En realidad no tengo ni he tenido pruebas para hacer una aseveración de esa naturaleza, como le digo fueron comentarios hechos al garete...

¿Piensa regresar a México?
No es fácil, usted sabe; pero ya se están empezando los trámites con el gobierno mexicano. No hubo razones claras de por qué fui expulsado. Mientras tanto, otros científicos de esta organización ya se encuentran en Monterrey, siguiendo las pistas marcadas por el Dr. Gurdey. Aunque hemos escuchado noticias funestas, queremos mostrarnos optimistas sobre su paradero. Queremos pensar que todavía sigue con vida y que algún día, muy pronto espero, pueda regresar a esta oficina y sentarse frente a este escritorio que le pertenece.



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RESUMEN

¿Fue Piporro un cantante o Dios? Un culto popular empieza en México que rápidamente rebasa sus fronteras.

Para demostrar la veracidad de los argumento mesiánicos que postulan los seguidores de Piporro, se agrupan científicos de todo el mundo y forman el llamado Proyecto P, con la finalidad de demostrar o descalificar la supuesta divinidad del cantante.

El proyecto estaba dirigido por Jeffrey Gurdey, un importante arqueólogo neozelandés. Acompañado de su asistente, Jonathan Kerplunk, hace un importante hallazgo durante una excavación en las faldas del Cerro de la Silla en Monterrey. Se trata de un sombrero texano que data de principios de la era cristiana. El sombrero tiene la letra P en el frente.

Este descubrimiento es una pieza clave en la investigación que se desarrolla para el Proyecto P. Sin embargo, tanto Gurdey como el sombrero desaparecen sin explicación. Las autoridades mexicanas descalifican la posibilidad de un secuestro y se muestras reacias a comenzar una pesquisa. Sin explicación alguna, la Cancillería expulsa del país a Kerplunk. Se habla de un complot gubernamental para ocultar la verdad de los hechos.

Mientras tanto, en las afueras de Monterrey se descubre un cadáver calcinado que podría ser el arqueólogo desaparecido.

Homero Flores, un joven corresponsal de la Agencia Quimerística de Noticias, viaja a Amsterdam y hace una entrevista a Kerplunk que revela muchos misterios. Antes de regresar a México, Flores sufre un accidente automovilístico que lo tiene al borde de la muerte. ¿Su accidente habrá sido un atentado?

Mientras está inconsciente, alguien deja en la mano de Homero un escapulario con la imagen de Piporro. Sale "milagrosamente" de su estado de coma y relata que el día de su accidente un misterioso sacerdote lo bendijo.



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